23 ene 2012

VENEZIA

...y aterricé en Venezia!!! ¿Cómo? Cuando estuve en navidades en España hablé con los chicos de Granada, algunos iban a hacer un curso en Udine y Trieste, ciudades muy cercanas a Venezia. Tenían pensado pasar algunos días en la ciudad y me preguntaron si podía ir. Da la casualidad que esa semana aquí es la semana que terminaba los exámenes y hasta el lunes siguiente no empezaba las clases luego... ¿por qué no? :D

Vuelo con easyjet más 4 noches en un hostal para mochileros... menos de 150 euros.

Cogí el autobús hasta el piazzale de Roma (sitio hasta donde llegan los vehículos) compré un mapa y me hice la tarjeta para jóvenes Venice Rolling Card que por 4 euros tiene descuentos en entradas a museos, restaurantes, vaporettos, cine... y un largo etcétera; es válida para un año.
Como de la isla no iba a salir me puse a callejear para intentar llegar al sitio donde estaba el albergue. Campo Santa Marguerita (un sitio donde hay pubs, restaurantes, un supermercado... mucha gente joven).
Hice el check-in, cogí las llaves de la habitación, compré algo para comer y me puse ha callejear e intentar llegar a la plaza de San Marcos.
Luego me perdí, me puse a callejear sin rumbo fijo y terminé en la otra punta de Venecia, con las calles desiertas, de noche, con una anchura de calle casi igual que yo en algunos puntos. Impresionante, vuelta al siglo XVIII. Llegué a la habitación con una pizza y a la cama.
A la mañana siguiente vi que tenía un compañero de habitación un hombre belga que era la segunda vez que visitaba la ciudad, Frank. Creo que fue la única vez que lo vi... despierto :D
Compré el desayuno en el súper y me fui a visitar el palacio ducal. Una maravilla, salones del Doge, calabozos, armería, puente de los suspiros... Estaba prohibido hacer fotos en la mayoría de los sitios así que tengo pocas del interior.
Seguí callejeando a la salida durante unas 3-4 horas. Sacando fotos cada dos por tres porque en cada rincón menos esperado, en cada puente que atraviesas te encuentras composiciones y paisajes de lo más peculiar. Luego visité la Ca' d'Oro donde en la recepción había una chica de Cádiz que llevaba 11 años viviendo allí y estuvimos hablando un rato.
Déa me había dado un papelito donde estaba la dirección de una boutique donde venden perlas sueltas de Murano. Me pidió que si la encontraba le llevara algunas. Entré y me hice pasar por un chico que trabajaba para una artista francesa. Le comenté que le comentaría a la artista que había encontrado la tienda y volvería a por las perlas.
De camino a la habitación me acordé de un sitio barato que me había dicho Gibril, el "Bacareto da Lele". Bocatas a un euro y vasos de vino por el mismo precio. Saqué mi mapa y vi por donde debía estar, según me dijo Gibril. Cuando me disponía a caminar levanto la cabeza y lo tenía delante... vaya tela.
Volví a la habitación a descansar y a esperar a Miki y a Javi que llegaban a la estación de tren. Fui a buscarlos, dejaron las cosas en la habitación, cenamos pizza en un restaurante que había justo al lado del hostal "I Sportivi" creo recordar que era el nombre, pizzas a 7-8 euros, bastante bien. Dimos una vuelta rápida y a la cama porque hacía un frío del carajo.

Cuando nos levantamos y nos pusimos en marcha desayunamos al borde de un canal. Hacía un día de escándalo. Primero fuimos a visitar los museos de arqueología, correr y biblioteca marciana. Todo está en la plaza de San Marcos y la entrada te vale para 3 meses para los 3 museos y el palacio ducal.
Luego nos sentamos un rato en el paseo del puerto; lleno de turistas por todos lados. Después fuimos caminando por todo el borde hasta el bosque del final. Unas vistas impresionantes de la ciudad, de San Giorgio y de las islas cercanas.
Paramos a comer en un restaurante del paseo que tenía una fórmula de 10 euros por pizza y bebida, "Angio" creo que era el nombre; mientras que comíamos vimos atardecer.
Volvimos a la habitación, descansamos un poco y salimos a callejear de nuevo. Llegamos hasta el puerto, al otro extremo, luego al piazzale de Roma y de ahí cogimos el bus para el aeropuerto; fuimos a buscar a Rafa, Patricia y Alex. Cuando los vimos llegar les mostramos el cartelito que habíamos hecho con sus nombres.
Volvimos a Venecia, fuimos hasta su hostal "Mauricio", volvimos al campo donde estaba nuestro hostal y cenamos algo.

Al día siguiente por la mañana ellos visitaron el palacio ducal, como yo había estado ya no podía volver a entrar. Aproveché para hacerle el recado a Déa, subí por la calle de la mercería pasando por Rialto hasta Strada Nova y volví. Me trataron súper bien, me hicieron descuentos, recibos, regalos, una tarjeta del sitio... geniales.

Una vez salieron los chicos del palacio fuimos caminando hasta el mismo restaurante al que fuimos al día anterior en el paseo. Comimos y nos pusimos a callejear de nuevo llegando hasta un campo donde había una pista de hielo. Al ser fin de semana había mucha más gente en la ciudad, había más movimiento. Alex y yo nos compramos un vino caliente... que bien que entró.

¿Tomamos un café? Venga. ¿Donde? Vamos a pasear y donde veamos. Pues fíjate tu que terminamos en el mismo bar que almorzamos. La tercera vez!!! Ya daba hasta cosa entrar jajajajajaj.
Terminamos y volvimos al piazzale de Roma que llegaba Juanpe desde Portugal con dos compañeros, Susana y Bruno. Los recogimos y nos dimos una megavuelta por Venecia otra vez hasta terminar a cenar... ¿donde? jaajaja en el restaurante cercano a nuestro hostal, donde cenamos la primera vez Javi, Miki y yo.

Esa misma noche Juanpe y sus dos compis partieron para Udine, Miki y Javi para Trieste. Desde la estación de trenes nos despedimos a lo te persigo corriendo por el andén agitando el brazo jajajajaj.

Volvimos al piazzale a recoger a Pablo. Lo llevamos a cenar y yo me quedé ya en el hostal despidiéndome de todos. Cada vez que entrábamos en la habitación encontrábamos al belga durmiendo, teníamos un cachondeo...

La última mañana dejé las llaves en recepción, Rafa, Alex, Patricia y Pablo ya habían cogido el tren. Me di una última vuelta por Venecia antes de coger el bus para el aeropuerto. Me fijé que en el piazzale hay una pantalla que indica el nivel máximo de marea que se pronostica que alcance y el que hay ahora mismo. Se nota muy bien cuando sube y baja, se aprecia muy bien en los canales.

Llegué al aeropuerto con tiempo de sobra para pasar el control, almorzar y pensar en el pedazo de encuentro internacional que habíamos hecho en Venecia. En lo silenciosa que es la ciudad, no hay coches, ni motos, ni bicis, el reparto se hace en barca o con carretas. La calma absoluta que se respira y el ambiente que te hace retroceder varios cientos de años.

Una ciudad especial, peculiar que merece la pena conocer y a la que algún día volveré.